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🦿Elena García Armada

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Elena García Armada, nacida en Valladolid en 1971, es una ingeniera industrial y pionera mundial en robótica pediátrica.

Inicialmente se especializó en la construcción de robots industriales, pero su trabajo cambió en 2009 al conocer a Daniela, una niña con tetraplejia severa.

Desde entonces, se ha dedicado a desarrollar dispositivos, como el primer exoesqueleto biónico del mundo para niños con atrofia muscular espinal.

Como fundadora de Marsi Bionics, su empresa se centra en la investigación y creación de exoesqueletos pediátricos.

El modelo ATLAS2030, con articulaciones inteligentes, permite a los niños caminar durante la rehabilitación.

García Armada ha recibido varios premios por su innovación y es considerada una de las diez científicas más destacadas de España. Además, es autora de varios libros de divulgación científica.

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Elena García Armada, nacida en Valladolid en 1971, es una ingeniera industrial y pionera mundial en robótica pediátrica.

Inicialmente se especializó en la construcción de robots industriales, pero su trabajo cambió en 2009 al conocer a Daniela, una niña con tetraplejia severa.

Desde entonces, se ha dedicado a desarrollar dispositivos, como el primer exoesqueleto biónico del mundo para niños con atrofia muscular espinal.

Como fundadora de Marsi Bionics, su empresa se centra en la investigación y creación de exoesqueletos pediátricos.

El modelo ATLAS2030, con articulaciones inteligentes, permite a los niños caminar durante la rehabilitación.

García Armada ha recibido varios premios por su innovación y es considerada una de las diez científicas más destacadas de España. Además, es autora de varios libros de divulgación científica.

Biografía

Elena García Armada

Pionera mundial en robótica pediátrica

Imagen elaboración propia

Elena García Armada es ingeniera industrial, nacida en Valladolid en 1971. Su madre doctora en física y su padre catedrático de electromagnetismo. Un ambiente STEAM desde que nació. Sus primeros robots fueron todos industriales. Trabajaba en la movilidad de robots cuadrúpedos y en robots caminantes y su adaptación a terrenos complejos.

Pero en 2009 conoció a Daniela, una niña que tras un accidente de tráfico quedó con una tetraplejia severa, y esto le hizo dar un giro a su carrera investigadora, centrándose en fabricar dispositivos orientados a mejorar las facultades físicas, contribuir a la rehabilitación y aumentar la movilidad de niños que padecen enfermedades neuromusculares degenerativas.

Visto el éxito alcanzado por ese primer prototipo García Armada ha seguido investigando hasta desarrollar el primer exoesqueleto biónico del mundo para niños con atrofia muscular espinal, enfermedad degenerativa sin cura. Se estima que gracias a él podrían volver a caminar más de 120.000 niños en todo el mundo.

Es además fundadora de Marsi Bionics, empresa cuyo objetivo es la investigación y creación de exoesqueletos pediátricos, estructuras basadas en soportes que se ajustan a las piernas y al tronco del niño, y que al incorporar motores que imitan el funcionamiento del músculo, le aportan fuerza para caminar y mantenerse en pie. Su modelo ATLAS2020 de tan solo 9kg de peso, está dotado de articulaciones inteligentes que interpretan los movimientos del paciente detectando cuáles son deseados y cuáles indeseados. El modelo actual es el ATLAS 2030 que ya está industrializado. En 2018 el pequeño Álvaro se hizo famoso como el superhéroe que había podido caminar gracias a uno de sus prototipos. Elena declaró que: “Ver al chaval sonreír hacía sentirse a uno también superhéroe con el superpoder de la felicidad plena. “ Gracias a su salida en medios ha conseguido financiación para continuar y el galardón Premio Europeo Inventor 2022. El exoesqueleto permite caminar a los niños que usan sillas de ruedas durante las sesiones de rehabilitación y reduce la degradación muscular y las complicaciones médicas. Su objetivo es que se puedan llevar a casa para su uso diario.

Elena García Armada es considerada uno de los diez científicos más brillantes de nuestro país y ha recibido premios por su actividad científica e innovadora como el Premio Innova eVIA 2014, el Premio CEPYME 2015 al Mejor Proyecto Emprendedor o el Premio ABC Salud a la Mejor Tecnología Sanitaria en 2016. En 2018 recibió la Medalla de Oro de Madrid.

Actualmente es científica titular en el Centro de Automática y Robótica (CAR) CSIC-Universidad Politécnica de Madrid UPM. Elena es además escritora de divulgación científica, sus libros: Robots y Los Robots y sus capacidades, acercan la ciencia a toda la población. 

Entrevista con Elena García Armada

García Armada, en el congreso mundial IROS 2018 de robótica, que se ha celebrado en Madrid/ OLMO CALVO

Esta ingeniera, investigadora del CSIC y doctora en Robótica lideró el grupo de investigación que creó el primer exoesqueleto del mundo, que permite andar a niños con tetraplejia o con atrofia muscular. El robot todavía no ha llegado a los pacientes por falta de fondos. Hablamos con Elena García Armada en el Congreso Mundial IROS 2018 de robótica, uno de los más importantes del sector que se celebró la semana pasada en Madrid.

P: De pequeña, ¿jugabas con muñecas o ya le dabas al 'Quimicefa'?

E: Jugaba con todo. Tenía un Nenuco que me encantaba, pero me apasionaban los juegos de construcciones y todo lo que fuera montar y desmontar. Soy creativa. Me atrae todo lo artístico como la pintura y la música.

P: ¿Qué fue lo que te inspiró para convertirte en ingeniera?

E: El entorno familiar influye mucho. Mis padres eran científicos. Mi padre era además emprendedor. Dentro de la ingeniería, mi vocación es la de construir y dar vida. La robótica me llamaba la atención porque supone crear algo de la nada y programarlo.

P: ¿Quiénes han sido tus maestros?

E: Mis padres, sin duda. Mi madre es doctora en Física y profesora de Universidad. Mi padre, que era catedrático de Electromagnetismo, creó la Escuela de Ingeniería de Telecomunicaciones en Santander. En el ámbito profesional, Marc Raibert es el ejemplo a seguir. Empezó en el MIT con los robots bípedos y saltadores. Y, después, fundó Boston Dynamics. Me gusta cómo aplica la ciencia para resolver los problemas concretos con una facilidad pasmosa.

P:Te dedicabas a diseñar robots para la industria hasta que conociste a Daniela.

E: Sus padres vinieron al departamento porque querían una solución para Daniela, una niña con tetraplejia. Me explicaron el problema de no poder caminar. En el mercado había exoesqueletos para adultos parapléjicos, pero no había nada para niños. Inicié un proyecto de investigación para desarrollar un exoesqueleto para ella. Al terminar con éxito, acudieron médicos y familias con otras patologías. Las familias querían comprar el exoesqueleto, pero no se podía vender.

P: ¿Por qué?

E: Era un prototipo de investigación y no cumplía la normativa de producto sanitario. Por eso, fundé la empresa Marsi Bionics con la idea de poder transferir al mercado los resultados de la investigación. En paralelo, empecé a desarrollar nuevos dispositivos para otras enfermedades como la atrofia muscular espinal. Obtuve unos resultados muy bonitos, porque los niños han podido usar los exoesqueletos en sus casas y en las actividades de su vida cotidiana con una motivación increíble y un impacto psicológico muy grande. También ha revertido en una mejoría física muy importante. Estoy muy contenta con el camino recorrido, pero falta mucho por recorrer todavía. Hay muchísimas patologías que abordar y, para eso, necesitamos nuevos proyectos de investigación y financiación para ellos. Nos falta terminar todo el recorrido de la empresa hasta el mercado.

P:¿Cambiarle la vida a una niña con tetraplejia es el mejor premio para una ingeniera?

E: Para mí, sí. No puede haber mayor premio que éste. Lo que pasa es que no hemos llegado a ese punto todavía.

P: Después del éxito obtenido, ¿el exoesqueleto no ha salido del laboratorio por falta de fondos?

E: Está industrializado ya. Se han realizado las evaluaciones clínicas necesarias para la certificación. Nos faltan unas pruebas de laboratorio y está en el proceso de solicitud de la autorización a la autoridad competente. Ya no queda mucho.

P: Pero, ¿falta financiación?

E: Sí, siempre falta. El tener menos recursos nos obliga a ir mucho más despacio. A mí lo que más me preocupa es no llegar a tiempo. Las enfermedades con las que trabajamos son degenerativas. Tú ves a los niños con los que estás trabajando y cada día cuenta. Es una vertiente bastante dura. Es una satisfacción personal muy grande llegar a conseguirlo, pero es que no lo he conseguido todavía. Si en el camino se me queda algún niño, no lo iba a poder llevar bien.

P: Pero ya no sería culpa tuya, sino de las autoridades que no impulsan este invento, en el que por una vez hemos sido pioneros.

E: Desde luego. España no invierte en investigación.

P:¿De dónde se podrían sacar las partidas que faltan?

E: No son tantas las cantidades que necesitamos comparadas con el dinero que se está utilizando para otros fines. Es una cuestión de reparto y de toma de decisiones en la que yo, evidentemente, no participo.

P:¿Por qué tenemos tanto miedo a los robots?

E: Porque no los conocemos. Las películas nos traen siempre una imagen peligrosa. El robot no es más que un electrodoméstico con unas ciertas capacidades. No deja de ser una máquina al servicio de nuestras necesidades para mejorar nuestra calidad de vida. El proceso de certificación de estas máquinas es muy costoso y la garantía de que nunca nos van a hacer daño.

P:¿Qué otras falsas creencias tenemos sobre ellos?

E: Hay mucha confusión entre robótica e inteligencia artificial. La robótica es el hardware, la máquina, y la inteligencia artificial es el software, el programa, lo que es el cerebro. Cuando la inteligencia se incorpora al robot, tenemos robots inteligentes.

P:¿Puede una máquina ser más inteligente que una persona?

E: Depende de lo que tú llames inteligencia. Si para ti es la capacidad de computación, sí. Cualquier máquina va a calcular mucho más rápido que un humano.

P:¿Es ésa la inteligencia humana?

E: No. El psicólogo Howard Gardner desarrolló la teoría de las inteligencias múltiples y definió que nuestro cerebro tiene dos hemisferios: uno es lógico-matemático y otro, emocional y creativo. El segundo procesa muchas más instrucciones que el primero. Y es la clave de la supremacía y la evolución humana.

P:¿Por qué?

E: Nuestras emociones tienen un impacto directo en la toma de decisiones. Eso, hoy por hoy, no lo tiene un robot. Si me vas a preguntar que para cuándo, no te lo puedo decir. Para poder implementar en un robot una cualidad humana, primero tenemos que entenderla y, luego, modelarla matemáticamente y pasar los datos a un algoritmo. Después, hay que programarlo en una máquina para que ejecute las órdenes con una serie de elementos electromecánicos. Todo esto son complicaciones que hacen que del modelo a la realidad haya una diferencia que, a veces, deja mucho que desear. Pero, la base inicial es entender y, hoy en día, no sabemos cómo funciona nuestro cerebro emocional.

P: Modificamos el ADN, logramos que anden personas que no andaban... ¿Los hombres se están convirtiendo en dioses?

E: No me parece mal, mientras sea en el ámbito de mejorar la vida de los demás. No necesariamente hay que ser un dios para ser capaz de hacer ver a alguien que no ve. Es progreso, calidad de vida y es dónde tenemos que trabajar.

P: Tú eres optimista con los robots, pero hay otros pensadores, como Yuval Noah Harari, que alertan de que la tecnología va a permitir hackear a las personas.

E: Yo soy muy escéptica. Entre los propios científicos hay dos opiniones muy diferentes: los que piensan que la Inteligencia Artificial va a desbordar todas las posibilidades y, luego, estamos los que trabajamos con la máquina y nos damos cuenta de lo lejos que estamos de conseguir que una máquina sea capaz de hacer ciertas cosas. El ser humano está donde está por alguna razón. No creo que los robots puedan superar al ser humano. Sí complementarlo.

P: ¿La maternidad te hizo retroceder en tu carrera?

E: No, pero me lo puso más difícil. Supone una dedicación añadida con la que estoy más que satisfecha. Tienes que buscar el tiempo de otros sitios, principalmente, del sueño. Hay que exprimir las horas del día. No me ha ralentizado, me ha enriquecido. Pero, me ha supuesto mucho más trabajo.

P: Investigadora, empresaria y madre. ¿Cuántas jornadas caben en tu jornada?

E: Muchas. He tenido dos jornadas: una fuera y otra dentro. Pero, son complementarias y las disfruto todas. No podría prescindir de ninguna de ellas. Cuando mis hijas eran pequeñas yo llegaba ya cansada al trabajo. A veces, te tienes que convertir en superwoman y parece que puedes con todo. Pero hay momentos en los que tienes que parar y decir: "Voy a descansar porque no puedo con mi vida". El ritmo es vertiginoso, pero va mucho con mi forma de ser. Soy muy activa y necesito avanzar.

P:¿Cómo se puede promover la vocación científica en las niñas?

E: Desde la cuna. No es algo que haya que trabajar en la Universidad, sino en la educación infantil y en casa. Me preguntan muchísimo: "¿Por qué tú sí y otras no?". Porque tuve unos padres ejemplares. Nunca se me condicionó el gusto: jugaba con muñecas, con puzzles y con una gasolinera cuando la pedí. Hay un condicionante de género increíble en la televisión, en casa... La familia llega y dice: "¿Qué hace esa niña jugando con un camión?". Esos mensajes hacen a las niñas decantarse por un rol. Es importante el interés que tenemos las mujeres por aplicar nuestro conocimiento para fines sociales. La ingeniería también tiene eso, pero las niñas no lo conocen. Lo que se enseña de la ingeniería es el cable y no el porqué.

P: Tú animas a los niños y niñas a que si hay un mando de la televisión que se rompe, lo abran para ver qué hay detrás.

E: ¡Claro, ábrelo! Mira lo que tiene y cómo funciona. A las niñas les interesa la función, saber el para qué. Si les enseñas una tarjeta llena de cables no va a tener ningún interés para ellas, pero si está dentro de un aparato que funciona, ya ven para qué sirve y van a tener curiosidad por lo que hay dentro. Eso es lo que hay que tratar de incluir en la enseñanza de las ciencias: ¿Esto para qué sirve?

P: LA ÚLTIMA PREGUNTA. ¿Qué invento te falta por inventar?

E: No lo sé porque una cosa va surgiendo detrás de la otra y las necesidades las voy encontrando por el camino. Tengo claro que quiero seguir avanzando en la movilidad de los niños y los adultos. El foco lo tengo delante y tengo mucho por hacer todavía. Tengo que completar todo lo que ya está en marcha.

*Entrevista realizada por Ana del Barrio, periodista del El Mundo publicada en su versión digital el 8 de octubre de 2018.

https://www.marsibionics.com